Los muebles están rematados con un capitel, las baldas adoptan la forma de columnas desestructuradas, la credencia se viste con un disparatado espejo y, en el suelo, un sol, símbolo muy apreciado por Vincent Darré, se refleja en los zócalos, que también son espejos.
Vincent Darré imaginó una estancia que se le asemejara: un lugar abierto, festivo y propicio al intercambio. Una arquitectura estructurada y original, según sus deseos.
Vincent Darré se enamoró del verde pradera, de la colección Sikkens de Mobalpa. Un color que, en su opinión, es a la vez portador de esperanza, dinámico y potente, pero también un homenaje a la naturaleza. Optó por combinarlo con encimeras de acabado mármol negro Black Kandia, caracterizadas por su marcado diseño, para brindarle aún más personalidad.